¿Hitler y Eva Braun se refugiaron en Mar del Plata (Argentina)?

¿Huyó Hitler a Argentina?
Lo que sabíamos es que se suicidó en el búnker junto a Eva Braun, con la que se había casado unas horas antes y mientras las bombas rusas alcanzaban la Cancillería de Berlín. En Alemania, sin embargo, está causando un gran revuelo un reportaje titulado El Escape de Hitler, emitido esta semana por la cadena de televisión argentina History y en el que supuestamente se demuestra que Hitler escapó en submarino con rumbo a Argentina.

El historiador sudamericano Carlos de Nápoli, director del documental, trata de desacreditar a biógrafos tan reputados como Kersaw, Prior o Toland y afirma que “la verdad es que no hay fotos ni registros de los supuestos últimos días en Berlín, ni tampoco se encontró un cuerpo, porque lo único que había era un cráneo con un impacto de bala, que tenía Moscú y que, sometido a pruebas científicas en 2009, demostró que realmente había pertenecido a una mujer”.

Los rumores sobre la huida de Hitler han sido constantes desde su desaparición y los avistajes de su persona son tan numerosos, que tendríamos que creer que dio la vuelta al mudo varias veces en apenas unos meses, pero este documental recrea una ruta de escape y pretende vestirla con testimonios y documentos oficiales.

Lo cierto es que los hechos que rodean la muerte de Hitler son lo suficientemente confusos como para dar pie a conjeturas. Tras la caída del Regimen nazi en 1945, el mariscal Dönitz anunció que Hitler había “caído luchando heroicamente”. Las agencias de prensa internacionales difundieron la noticia. A este hecho siguieron unos días de aturdimiento tras los cuales se dio por cierta la versión el ejército ruso, que informó que el Führer se había suicidado y que su cuerpo y el de Eva Braun habían sido incinerados.

El documental hace acopio, sin embargo, de pruebas que demuestran la teoría contraria. Apenas habían pasado 24 horas de la toma de Berlín cuando un departamento especial del ejército soviético comenzó la búsqueda de Hitler y demás jerarcas nazis. Los agentes comunistas rastrillaron la capital del Reich, reunieron las pruebas de restos humanos que hallaron en el lugar y declararon que ninguno pertenecía al Führer.

Stalin llegó a informar oficialmente que Hitler se había fugado, pero en 1958, poco después de su muerte, el gobierno ruso cambió su versión y anunció que tenía la única prueba física de la muerte de Hitler: el fragmento del cráneo con un agujero de bala, supuestamente descubierto entre los restos calcinados del patio de la Cancillería. De Nápoli señala como fecha clave en el giro que toma la historia el año 2009, cuando varios investigadores accedieron al cráneo y realizaron pruebas de ADN, demostrando que era falsa.

De Nápoli considera probado que el 22 de mayo de 1945, el jefe del Estado Mayor de la Armada argentina, Hector Vernengo Lima, envió una comunicación secreta al ministro de la Marina, Alberto Teissaire, en la que advertía que varios submarinos alemanes cruzaban el Atlántico con rumbo a Argentia.

El 26 de junio, la jefatura de Policía de Buenos Aires registra que un submarino no identificado había sido reabastecido de combustible con la ayuda de un velero en las costas argentinas, cerca de Mar del Plata, y que de él habían desembarcado un hombre y una mujer, recibidos por un ciudadano alemán que los trasladó a una casa en las inmediaciones.

Esta información aparece en un documento que el director del FBI, Edgar J. Hoover, recibió de un agente de contraespionaje en septiembre de 1944, que señalaba como posible escondite de Hitler una propiedad del conde de Luxburg, el encargado de las relaciones públicas del espionaje alemán.

El submarino U-530 se entregó efectivamente el 10 de julio en Mar del Plata. Su tripulación estaba compuesta por 53 marinos indocumentados a las órdenes del teniente Otto Wehrmut, de 25 años. En su equipamiento faltaba un bote de goma similar al encontrado en la cercana playa de Necochea.

Un despacho de la agencia AP fechado en Londres el 18 de julio, informaba que “En las esferas oficiales de esta capital se afirma que Hitler desembarcó el 30 de junio en Argentina”. Un segundo submarino se entregó el 17 de agosto, el U-977 al mando de Heinz Schäffer, tras desembarcar un reducido número de pasajeros protegidos por guardaespaldas armados que se dirigieron a una finca cercana.

El jefe de la Policía Provincial de Buenos Aires dio personalmente y por teléfono la orden de no perseguirlos. De Nápoli admite que estos submarinos podrían tener como fin despistar sobre la verdadera ruta de huida, pero advierte que eso no explica el paradero de Hitler. “El 17 de julio, en el cóctel de inauguración de la cumbre de Potsdam, el secretario de Estado norteamericano, Jimmy Byrnes, preguntó personalmente a Stalin si Hitler estaba muerto y este respondió: está vivo, escapó a España o a Argentina”, recuerda di Nápoli.

Las transcripciones de los interrogatorios a las tripulaciones de aquellos dos submarinos seguirán siendo secreto militar de EE. UU. hasta 2020. Quizá entonces conozcamos más detalles, pero por ahora hay historiadores que advierten contra las peligrosas consecuencias de frivolizar o dar pábulo a la supervivencia de Hitler. John Lukacs (Budapest, 1924), quizá el mayor experto en biógrafos de Hitler, ya escribió que “Si la civilización occidental se desvanece y amenaza con derrumbarse, aguardan dos peligros en el futuro. Durante una creciente inundación de barbarie la reputación de Hitler puede crecer a ojos de la gente de orden, que le verían como una especie de Diocleciano, el estricto arquitecto de un último orden imperial. Al mismo tiempo, podía ser comenzar a ser reverenciado, él o sus sucesores, por algunos de los nuevos bárbaros”.



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